martes, 12 de noviembre de 2013

Turno 7 Campaña Reinos Fronterizos

Resolución de batallas del turno 6
Buenas! El turno 6 de campaña fue el primero con hostilidades, y se produjo una batalla entre las fuerzas del Rey Funerario Hilenkemón y los Hombres Bestia de Kazogh. Esta batalla se saldó con una masacre a favor de los Reyes con su estandarte principal (A1) y la huida a su capital del estandarte (L3) de las bestias. Con esto las fuerzas del desierto siguen asentándose y ampliando su territorio, amenazando la gran piedra de manada de Kazogh.

Movimientos del turno 7
A continuación se muestra el mapa después de mover los estandartes.

He podido crear un nuevo estandarte (K3) que se ha movido a las montañas por si las bestias intentaban penetrar en mi camino y proteger de esta manera una ruta tan importante.

Mi estandarte principal (K1) al mando de Dieter Von Thomas Todbringer ha decidido asaltar las colinas plagadas de no muertos de Geistenmund, que se encontraban en poder de los elfos oscuros, (por Ulric que no dejaré que profanen este lugar!) mientras que los druchii han avanzado hacía la ribera que estaba en mi poder, con lo cual me veré las caras en mi primera batalla de campaña contra los elfos oscuros del Príncipe Sombra Anthel. Tras realizar las tiradas de cruce y ganar yo la tirada la batalla se resolverá en los túmulos de Geistenmund entre nuestros dos estandartes principales P1 vs K1.

Mis recios de Todbringer (K2) han anexionado un territorio y ven en la lejanía como los druchii (P2) invaden nuestro puente (por poco tiempo :D)

El resto de estandartes rivales han seguido avanzando y varios han decidido fortificar posiciones como ocurre con (A1) o (C3) por posibles ataques, o en caso del maltrecho (L3) que después de la masacre ha decidido fortificar la gran piedra de manada. Y los Altos Elfos están asediando a los lugareños de Malko con su estandarte principal (C1) Este asedio será relatado en breve...

La batalla entre mi (K1) y (P1) por los túmulos ya se ha producido ayer, pero subiré la resolución del enfrentamiento en un post propio.

Saludos!

6 comentarios:

  1. CAPÍTULO 2: BATALLA EN EL CAMINO NORTE


    El avance del ejército fue rápido, pues la zona de despliegue permitía la rápida expansión de los estandartes por aquellos llanos terrenos, ya que las cordilleras montañosas quedaban alejadas al norte. El estandarte real fue el elegido para ascender al norte y tomar el camino principal. Otro estandarte permanecería en retaguardia para explorar la cordillera, que llevaría mucho tiempo cartografiar y transitar, y un tercer estandarte avanzaría al cruce central de caminos que había al sur del mismo. El día de campaña amaneció con ligeras lluvias, pero el cielo se despejó rápidamente, dejando un paisaje húmedo y resbaladizo por el barro del camino. De repente, se comenzaron a avistar pequeños grupos de estos hombres bestia por el lado oeste del camino, el lado del que el estandarte real marchaba. Entre las hojas de los espesos árboles y arbustos se veían extremidades cubiertas de pelaje oscuro y alguna que otra silueta de estos seres ovinos. En los baches del camino se podía visualizar las hondas que producían en los charcos las pisadas de miles de bestias. Las avanzadillas consiguieron aniquilar a pequeños grupos de hombres cabra que merodeaban por la zona y pocas horas después solicitó entrevista con el príncipe un grupo de mensajeros ataviados con telares desgarrados que más bien parecían pendones y banderas recicladas como vestimenta y atados con sogas a sus torsos, a los que Hilenkemón concedió audiencia en la tienda real. En lengua común comunicaron su intención de aliarse con nuestra corona siempre y cuando los khemrianos colaborasen con la expulsión de los elfos acampados al sur. Para Hilenkemón fue tal la ofensa de pactar alianza con semejantes bestias que desenvainó su espada y fugazmente decapitó a la bestia que estaba hablando, brotando de su cuello sin cabeza chorros de sangre a presión salpicando por las paredes y manchando el suelo en un espeso charco de sangre rojo oscuro. La guardia real acabó con el resto del grupo sin que éstos opusieran mucha resistencia ante su sorpresa. Desde ese día la cabeza ovina del mensajero colgaría del estandarte real como trofeo.

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  2. Al día siguiente, el ejército khemriniano ocupó la parte occidental del camino, ubicándose entre dos grandes colinas y aprovechando la cobertura de unas antiguas ruinas, posiblemente de un antiguo control del camino al que los hombres bestia habían destruido hacía semanas y que ocupaba una importante extensión. Los gritos de las bestias se escuchaban tras los árboles del otro lado y el suelo vibraba como si una gran manada se acercase hasta allí, llegando momentos en los que alguna piedra llegaba a desprenderse de la construcción derruida y caían contra el barro quedándose allí clavadas y salpicando el lodo en todas direcciones. De repente emergió de entre los árboles, que caían contra el suelo partidos por la mitad, si no se retorcían y dejaban volar al viento miles de hojas por los golpes, una cantidad de bestias inmensas y armadas con todo tipo de artefactos bélicos, portando estandartes de colores oscuros y con dibujos de animales, y gritando y chillando con alto volumen cánticos de guerra. Al flanco izquierdo se divisaba un grupo de carros tirados por enormes jabalíes y montados por hombres cubiertos de espeso pelaje y cabezas de cabras con cornamenta curvada, como carneros dispuestos a asestar un golpe con la frente poderosa y robusta, y portaban unas gigantescas hachas bien afiladas, que relucían con los rayos del sol que ahora mismo estaba alzándose tras las nubes de la mañana. En el mismo flanco se adelantó un gigante de treinta metros con cabeza de vaca armado con un garrote que bien parecía un árbol recién arrancado al que había quitado todas las ramas, pero en la base se podían ver sus raíces cubiertas de tierra y con cuatro musculosos brazos con los otros tres puños apretados. Sus ojos estaban muy abiertos y eran completamente negros como la misma muerte que se acerca para reclamar los cuerpos que hace milenios le pertenecen pero que jamás habitaron en el vacío de la no vida. Por el hocico se podía ver como abría los orificios nasales, de los que emanaba un vaho al expulsar el aire caliente del interior de su cuerpo y chocar con el frío del ambiente. Las pisadas producían unos profundos hoyos en el fango, con la forma de sus pezuñas, que al levantarse con tanta velocidad provocaban que el barro saliese por los aires en todas direcciones y arrancaba la escasa hierba y musgo que encontraba por su paso dejando tras de sí dos profundas marcas almendradas. Hilenkemón al ver a semejante bestia cargando contra el flanco con tanta velocidad y ferocidad, ordenó la contracarga de su regimiento de carros del flanco izquierdo, preocupado por la resolución de ese combate, ya que si la bestia y los carros rompían la línea, la batalla se perdería con total seguridad. Los carros arrancaron con una gran velocidad y determinación, dejando cada uno de ellos dos surcos en el barro por sus estrechas ruedas de hierro. La bestia no pudo soportar la embestida de los carros imrolianos que en su parte frontal están armados con unas largas cuchillas que salen de la boca de una calavera de bronce y que al chocar contra ella abrieron la carne de las piernas de la gigante bestia arrancándola del hueso y derramando sangre a borbotones. Cayó al suelo gravemente herida entre gritos de espanto y retorciéndose de dolor. La caída levantó una enorme cantidad de humo y polvo y los charcos del lugar salpicaron por todas partes. Los carros de bestias que la acompañaban, al presenciar semejante escena entraron en pánico y simplemente huyeron para no recibir la carga de los letales carros que ahora se acercaban a ellos.

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  3. Mientras tanto, por el flanco derecho la cosa iba peor, ya que los rápidos carros de las bestias sorprendieron a los carros imrolianos de este flanco y cargaron con gran ferocidad, aunque más tarde perdieron aquel combate contra los temibles carros ligeros, ya que en algún momento llegaron a asustarse de estar luchando con aquellos esqueletos animados por la magia de la muerte y huyeron. Por el centro de la batalla Hilenkemón mandó a su gran joya del ejército, a su esfinge de guerra y su hierotitán, un coloso de piedra y huesos de veinticinco metros de altura y cargado de potente magia y vestido con una armadura de oro y lapislázuli, que juntos dieron muerte a los personajes que estaban al mando de un regimiento enorme de estos hombres bestia con hachas a dos manos. La esfinge escupió su fuego sobre ellos abrasándolos y desprendiendo un olor a carne y pelaje quemado y huyeron desmoralizados a ponerse a salvo al lugar del que vinieron. Uno de los guerreros comenzó a soplar un gran cuerno para reagrupar a las tropas, pero fue inútil. Por último, el regimiento principal del ejército animal, presenció un espectáculo grotesco, ya que se habían recogido las cabezas cortadas de las bestias caídas en el combate central y se lanzaron a esta horda de cabras, que entró en pánico mientras una lluvia de flechas les caía por todos lados como las gotas de agua en la tormenta por los regimientos de arqueros imrolianos muy queridos por Hilenkemón. La victoria del faraón fue aplastante y el objetivo de tomar el camino fue cumplido con gran éxito. Las bestias se desbandaron y buscaron refugio más allá del bosque. El estandarte real acampó allí y dejó a retaguardia otro estandarte para apoyar en caso de que otro ejército de bestias decidiese atacar, pero jamás se volvió a ver a ningún hombre bestia rondar por las inmediaciones del camino norte. El estandarte sur tomó el cruce del camino oeste y así consiguió enlazarse con el estandarte real. Se había creado entonces una muralla bélica contra las bestias del este. Se empezaron a desplegar las tiendas de tela por todo el camino norte para acantonar al ejército.

    Una semana después de la batalla, una flecha atravesó la gruesa tela de la tienda de uno de los generales del ejército khemriniano y se clavó con fuerza en un mástil de madera del interior de la tienda emitiendo un agudo sonido por la vibración que produjo al clavarse en la madera. El general vio que en la flecha había un rollo de papel atado con un cordel y lo separó de la misma. Así se podía leer: “Seres del inframundo, la Corona de Ulthuan ha decidido enviar un ejército para acabar con vuestro ejército maldito. Abandonad estas tierras o la cólera de los elfos caerá sobre vosotros”. Hilenkemón fue inmediatamente informado del mensaje, la guerra contra los elfos del sur había empezado y había que estar prevenidos para lo que se avecinase. Se empezaron a recoger las tiendas que lindaban con la cara este de los caminos y se armó a los regimientos para que vigilasen las inmediaciones y se doblaron las guardias de losvigías. En estos momentos fue imposible contratar a ningún tipo de mercenarios por el lugar, ya que debido a la guerra del este todos habían desaparecido, haciendo casi imposible la recopilación de información sobre los movimientos enemigos. El cuerpo sin vida del faraón Tolenkemón seguía sin responder a los estímulos de magia del Sumo Sacerdote Leterias, que intentaba despertarle de su milenario sueño para comandar los estandartes del sur y así atacar con gran velocidad a los elfos del camino sur. Parece que el poder de la magia de la muerte todavía no es demasiado poderoso en estas tierras y se necesita la presencia de más sacerdotes en los nuevos dominios.

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  4. No obstante, comenzaron a llegar refuerzos del suroeste, y se informó al príncipe de que la gran guardia del sepulcro estaba a pocas jornadas de distancia, armada con grandes hojas letales del mejor hierro del continente y con gruesos escudos de bronce, portando grandes coronas de lapislázuli y oro mostraban cierta elegancia en el combate ahora que eran momias animadas por la magia. Sus cavidades oculares desprendían una luz verdosa muy intensa que detenía el corazón de todo aquel que los mirase durante mucho tiempo, como la misma magia que funciona en la máscara del faraón. Algunos llegaron a decir que la guardia del sepulcro en combate podía robar el alma con la mirada antes de cortar a un hombre por la mitad con sus afiladas armas de un solo golpe. La guardia del sepulcro era la antigua Guardia Real del Reino de Imrol, protectora del templo y del Palacio Real. Estaban entrenados para no hablar jamás en su turno de servicio y eran capaces de dar su vida por la defensa de estos edificios, ya que de ninguna manera abandonaban su posición y sobre todo nunca huían. Ahora su misión será custodiar el cofre donde se guarda bajo llave y poderosos encantamientos el gran libro de los conocimientos mágicos escritos en vida por el Sumo Sacerdote y el Faraón. Se llevó el libro a la campaña por si al encontrarse el objeto del que habló el oráculo fuese necesario recitar algún hechizo.

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  5. Muy buena historia macho! A ver si terminas la conversion de tu rey en carro para que tenga presencia!

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  6. Los khemrinianos no tienen el suficiente poder todavía para despertar al rey Tolenkemón, padre de Hilenkemón. Más adelante en la campaña aparecerá en carro.

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